En el universo musical, los rituales y cábalas ocupan un lugar destacado, especialmente para enfrentar la ansiedad y los imprevistos técnicos. Uno de los más emblemáticos en Argentina es el de nombrar al maestro Osvaldo Pugliese, reconocido como símbolo de buena fortuna y antimufa.
La tradición, que se extiende desde pequeños amuletos personales hasta vestimentas específicas para los shows, tiene un punto especial en el mito de Pugliese. Invocar su nombre no solo calma los nervios, sino que, según muchos músicos, asegura que todo fluya correctamente en el escenario.
Este ritual, que traspasó generaciones, se originó en una anécdota protagonizada por Charly García. Durante uno de sus recitales, un fallo técnico amenazó con suspender la presentación. Ante el caos, un técnico reprodujo un disco de Pugliese para probar el equipo, y todo comenzó a funcionar como por arte de magia. Desde entonces, repetir “Pugliese, Pugliese, Pugliese” se consolidó como una práctica infalible.
La devoción hacia el pianista y compositor, responsable de más de 600 piezas de tango, no se limita a su invocación verbal. En camarines de artistas de todos los géneros es habitual encontrar fotografías o estampitas de Pugliese, muchas veces acompañadas de oraciones humorísticas que exaltan su legado.