El Centro de Empleados de Comercio de Ayacucho llevó a cabo la segunda exposición de juguetes antiguos. Durante los días 26, 27 y 28 de julio, Sarmiento 845 se convirtió en el epicentro de los recuerdos de la infancia, transportando a grandes y chicos a un viaje a través del tiempo.
Osvaldo Zetola, secretario general de Empleados de Comercio, no pudo ocultar su emoción y satisfacción al ver la increíble respuesta de la comunidad. “Estamos contentísimos de las personas que han venido, los chicos que han participado, como preguntan, como saben, mucho más de lo que yo pensaba”, expresó con una sonrisa que irradiaba gratitud.
La muestra fue un compendio de historias, recuerdos y emociones. Cada juguete expuesto contaba una vivencia, una alegría compartida con amigos y familiares. La comunidad de Ayacucho se volcó en apoyar esta iniciativa, donando no solo sus propios tesoros jugueteros, sino también prestando amablemente sus preciadas reliquias para que otros pudiesen disfrutarlas.
“Muchos juguetes son nuestros y otros de amigos que colaboraron prestándonos los juguetes para exponer. Incluso algunas personas nos dejan en custodia los juguetes por si llegamos a hacer otras exposiciones”, reveló Zetola.
Pero esta exposición no solo fue un escaparate de objetos, sino también un portal hacia el pasado. El objetivo era claro y emotivo: mostrar cómo se jugaba antes en nuestra niñez, reencontrarnos con nuestras raíces y compartir esos entrañables momentos con las nuevas generaciones.
“Queremos invitar a quienes deseen sumar sus juguetes para posibles exposiciones. Nosotros les buscamos la historia de ese juguete, si no se acuerdan, mientras nos digan el día que se lo regalaron y de quién fue, lo exponemos y después se los devolvemos”, anunció Zetola, con una visión más allá del evento, deseando que esta experiencia continúe inspirando a futuras exposiciones y reuniendo a la comunidad en un abrazo colectivo.
Así, en un ambiente cargado de recuerdos, risas y complicidad, Ayacucho demostró una vez más la fuerza de su unión y el poder de sus tradiciones. El legado de la infancia se convirtió en un puente entre generaciones, un lazo que fortalece el espíritu comunitario y nos conecta con nuestras raíces.
Felicitamos al Centro de Empleados de Comercio de Ayacucho por esta maravillosa exposición, por mantener viva la llama de la niñez y por recordarnos que, en los juguetes de antaño, se encuentran los mejores tesoros de nuestra historia.