Ayacucho, una ciudad conocida por su Fiesta Nacional del Ternero y los hermosos rosales que adornan su plaza principal, alberga un tesoro que transporta a aquellos que lo conocen a la infancia y a los años pasados. En el patio de la sede del Club de Leones, se encuentra emplazado el primer carrousel fabricado en nuestro país, una joya que guarda una historia llena de nostalgia y encanto.

Este antiguo carrousel, que funcionó en el Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires desde 1945 hasta 1979, ha sido destacado en el cine y la televisión, luciendo su belleza y su característica “musiquita” en producciones destacadas, incluyendo escenas de la inolvidable telenovela “Rolando Rivas, taxista”.

En 1979, Carlos Miramont, presidente del Club de Leones, recibió el encargo de adquirir una calesita para Ayacucho, ya que no contaban con una en la ciudad. Fue así como adquirió este tesoro al entonces propietario, don Omar Manuel Lema.

El Dr. Luis Manuel Moro, miembro del Club de Leones, en una entrevista con Luz Doubedout y Beto Mena en el programa “Plan Luz”, expresó con orgullo lo que representa tener esta reliquia:

“Se fabricó en el año 1943, y posteriormente se fabricaron otros dos carrousels cuyos destinos desconozco: el gran Carrousel llamado Caperucita Roja y otro conocido como el Gran Carrousel Novedades. Sin embargo, el que adquirió mayor fama y notoriedad fue este, debido a la calidad y riqueza imaginativa de su diseño. Fue encargado a un artista de origen italiano, de apellido Rispoli, quien residía en Rosario y trabajaba para la firma Sequalino Hnos. Este carrousel cuenta con relieves de temática circense y nada menos que el cuento de Los Tres Chanchitos, todo tallado en madera. Posee 12 biombos de cedro, pintados y mantenidos adecuadamente. Estos colores son los originales, ya que en el año 2000 fue declarado patrimonio histórico por la Honorable Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, así como por el Concejo Deliberante de Ayacucho. Se realizó una colorimetría para preservar los colores originales, y estamos obligados y felices de mantenerlos así hasta el día de hoy. Este carrousel fue sin lugar a dudas el más famoso y el primero de todos”.

Este carrousel es único, ya que posee un órgano mecánico neumático accionado eléctricamente. El motorizado de 48 teclas y 180 tubos es una obra del ingenio de los hermanos Pascual y Vicente La Salvia, quienes formaron parte de la sociedad que proyectó el carrousel y encargó su construcción. En la parte exterior del órgano, se encuentran muñecos que se mueven al ritmo de la música, generando un sonido melódico con campanitas.

El Dr. Moro menciona: “Este carrousel nunca tuvo sortija, pero debido a su diámetro, tiene el recorrido más largo del país. Es realmente fantástico. Siempre que puedo, disfruto subiéndome. Algunos juegos están destinados a los adultos, mientras que otros no. En cuanto a las figuras, tiene de todo: caballitos, leones, avioncitos, coches y carros antiguos, que son bastante amplios y es donde nosotros nos subimos. Se llama carrusel debido a que las figuras tienen movimiento, es decir, los caballitos y leones suben y bajan, a diferencia de las calesitas, donde están fijos en el suelo”.

¿Pero quién es el encargado de hacer funcionar esta maravilla?

“En este momento, el cuidador del club es quien se encarga de abrirlo todos los días, mostrarlo y ponerlo en movimiento. Además, en uno de los salones de la sede, se llevan a cabo fiestas infantiles de cumpleaños, por lo que este carrusel funciona casi todos los días”, revela Moro.

El carrousel de Ayacucho ha recibido visitas ilustres que han tenido el privilegio de dar un par de vueltas en él. “En 1981, el Club trajo a la ciudad a Diego Maradona, en el momento en que pasó de Argentinos Juniors a Boca. Estuvo en la sede, participó en un campeonato de penales y, por supuesto, se subió al Carrousel”.

La sede del Club de Leones, ubicada en Sarmiento y 25 de Mayo, ha recibido otras visitas notables a lo largo de los años. En 1930, cuando el Hotel Santa Catalina funcionaba en ese lugar, nada menos que Carlos Gardel descansó allí una noche. Una placa colocada por los admiradores de Gardel en Ayacucho en el ingreso a una de las salas, inmortaliza el paso del Zorzal Criollo por la ciudad. Con Información de Infobrisas