En los últimos días las redes sociales se inundaron de comentarios de vecinos enojados por la organización de fiestas clandestinas, eventos donde hay amontonamientos y sin barbijos, comparando con los protocolos que alumnos tienen en las escuelas y que no son tan rigurosos como las de las fiestas.
Desde lugares públicos, hasta uno privado, los amontonamientos se hacen visible a cualquier ayacuchense que pase por esos sectores. En muchos casos son alertadas las autoridades, pero no intervienen por una supuesta “directiva”.
Las fiestas clandestinas tuvieron consecuencias, hasta accidentes donde aún hay jóvenes que se tratan de recuperar luego de ser embestidos por un automovilista que se dio a la fuga.
Vecinos denuncian ruidos molestos e incluso disturbios hasta las primeras horas de la mañana del día siguiente, pero una vez más hay respuestas de nadie, sin dar incumplimiento a las ordenanzas 4640/2012 – sobre ruidos molestos.
Por otra parte, desde el rubro de eventos asimilan que estás fiestas se pudieron prevenir habilitando lugares para su organización, todo bajo un estricto protocolo, ya que las últimas clandestinas se realizan en calles aledañas a la planta urbana dónde no hay ninguna medida de seguridad y ningún organizador central.