Ayacucho fue sorprendido por la noticia del fallecimiento de Julio d Augerot, un reconocido vecino solidario y amado por todos.

Los y las estudiantes que conviven en el Centro de Residentes ayacuchense de Mar del Plata, hicieron público un agradecimiento y recuerdo para D Augerot.

“Hace días atrás sufrimos la perdida de una persona enorme, Julio Cesar D'Augerot. ¿Quién era Don Julio? algunos quizá se pregunten, si intentáramos contarles quien fue, este escrito nos llevaría meses y aun así dudamos si le haríamos justicia a la descripción.” comenzó señalando la carta.

La misma continúa diciendo “Somos personas que vivimos en el Centro Ayacuchense ubicado en la ciudad de Mar del Plata, esta es una casa que alberga sin costo alguno, estudiantes de Ayacucho, para que puedan realizar su formación. También cuenta con espacio para albergar pacientes transitorios que vienen a realizarse tratamientos de salud.
Este lugar existe desde hace casi 46 años y por el han pasado gran cantidad de jóvenes que al día de hoy son profesionales. Sus orígenes son en si otra historia, que nos llevaría muchísimas palabras contarles, pero de algo estamos seguro, sin Julio este lugar no existiría.”

Sobre el destacable trabajo afirmaron que “Sostuvo ininterrumpidamente con su esfuerzo y dinero esta obra, para que muchos y muchas como nosotros, en la mayoría de los casos, la primera generación de universitarios de la familia, pudiéramos formarnos profesionalmente. Ahí donde la meritocracia nos escupe la cara a los hijos de la clase trabajadora, estuvo Julio, tratando de equilibrar la balanza.
A este lugar le dedicó prácticamente su vida, lo priorizó tantas veces sobre su felicidad personal que en algunas ocasiones le pasó factura. Mientras estuvo, nunca nos faltó nada.
No es fácil organizar todo lo que podríamos contarles, pero Julio era una persona de valores, de principios, de amor desinteresado, y esto mismo era lo que nos trasmitía en cada encuentro.”

“Era común que tengamos cenas a las cuales julio siempre venia acompañado de su gran amigo Omar Muñoz, ese día era de fiesta para todos nosotros, porque nos llenaba de entusiasmo reunirnos con ellos y entre partidos de truco, anécdotas y conversaciones desde las más simples hasta las más profundas todos aprendíamos a ser mejores personas.
Julio era considerado por nosotros un abuelo y se comportaba como tal, siempre presente en garantizar nuestras condiciones materiales y afectivas para que podamos cumplir nuestros objetivos y terminar nuestras carreras.
Su dedicación a esta obra fue de la más noble y dedicada, hasta horas antes de su partida, estuvo trabajando para resolver inconvenientes edilicios que habían surgido. Esta es solo una anécdota, podríamos contar cientos y cientos de horas de su vida dedicas a nosotros y a este lugar.”

“Honrar la memoria de julio es mantener siempre firme la lucha para que todos y todas los y las jóvenes de nuestro Pueblo puedan acceder al derecho de estudiar, en los espacios donde el Estado brilla por su ausencia Julio estuvo presente y lejos de querer romantizar esto, es un deber remarcar que lo justo es que esta tarea sea heredada por quienes se asumen como responsables de asegurar que los derechos de todos se cumplan. Es que hablar de derechos y educación para Julio no fueron simples palabras, sino acciones concretas.
Como nos dice Atahualpa Yupanqui, “algunas personas se mueren, para volver a nacer” y Julio seguirá naciendo, en cada aporte a la sociedad de los muchos profesionales que gracias a él llegaron a serlo.
Gracias por ser un faro de esperanza de que en este mundo también existe gente buena, con ideales nobles.”
Hasta siempre Don Julio.

ESTUDIANTES DEL CENTRO DE RESIDENTES UNIVERSITARIOS EN LA CIUDAD DE MAR DEL PLATA.