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la era que redefine la inteligencia artificial y un atlas para entender su impacto en América Latina

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“Inteligencia artificial” (IA) remite en la actualidad a la IA generativa: aquella que ya muchos usamos de manera cotidiana como ChatGPT, que crea textos a partir de las consultas de los usuarios. Con el uso masivo, tanto para pedirle escritos de todo tipo como para corregir o hasta buscar información, aparecieron problemas: ¿Cómo se está usando en los trabajos de oficina y cuántos puestos se están perdiendo? ¿Cómo afectan estas herramientas al medio ambiente? ¿Qué pasa con toda la desinformación que se genera?

Estas y muchas preguntas más intenta responder el Atlas de la inteligencia artificial para el desarrollo humano de América Latina y el Caribe, coordinado por Gustavo Béliz, abogado y exfuncionario de los presidentes Carlos Menem, Néstor Kirchner y Alberto Fernández.

La IA generativa, que explotó luego de que OpenAI lanzara su chatbot al mundo el 30 de noviembre de 2022, tiene una historia. La idea de una “inteligencia artificial”, en sentido amplio, surgió a partir de los aportes de científicos computacionales como Alan Turing, con las “máquinas que piensan”, y Ada Lovelace, con sus aportes seminales sobre la programación, que llevarían a que en 1956 el informático estadounidense John McCarthy acuñara el término en el Dartmouth College (New Hampshire, EE.UU.).

Desde estos tiempos hasta hoy, el mundo cambió. Y mucho: este atlas intenta ser una brújula de datos, interpretaciones y planteos de problemas clave para los años que se vienen, bajo la idea del “IA Ceno”, una suerte de evolución del “Tecnoceno”: una época moldeada por la tecnología digital, sus impactos y el rastro inevitable que dejamos en ese ecosistema.

Béliz, que también fue funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo durante 17 años, publicó más de 20 libros enfocados en políticas sociales, integración e innovación productiva. Esta nueva edición es una suerte de manual de la IA en Latinoamérica, que fue publicado por Siglo XXI editores y está coordinado junto a Enrique Crespo Pañaherrera, especialista regional de la Oficina para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y la investigación de la politóloga Macarena Santolaria (UTDT) y el abogado Lisandro Licari (UNC).

Gustavo Béliz habló con Clarín.

De la palabra de moda al problema real: en qué estado se encuentra la IA

Un “atlas” para entender mejor a la IA. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi

─¿Cómo describirías a este atlas, en un contexto donde la IA es una palabra de moda permanente no sólo en el mundo tech, sino en general?

─El Atlas tiene algo de cartografía y algo de manifiesto. Es una carta de navegación guiada por el análisis de la evidencia científica disponible, para orientar mejor el diseño de iniciativas de impacto público. También enumera ejemplos concretos que ya se están aplicando de modo promisorio en todo el mundo, y que han sido evaluados positivamente. Pretende estar tan lejos del utopismo tecnológico como del negacionismo de la innovación. En los 5 continentes que explora el Atlas (gobernanza, ecología, democracia, ética y ciencias de la vida), lo peor que se puede hacer es quedarse paralizados frente al miedo. Por eso cada capítulo identifica 10 acciones de política pública que se pueden encaminar, para superar una IA diseñada para la adicción o la simple venta de avisos publicitarios.

─Hace unos años se habla del “Tecnoceno”, en lugar del “Antropoceno” que planteaba al hombre como central. El libro habla del “IA Ceno”. ¿Qué es?

─El concepto de IA Ceno es una derivada de los conceptos de antropoceno, del capital-ceno, del industrial-ceno, del tecno-ceno y del poli-ceno, según diferentes autores que han explorado el impacto tecnológico industrial sobre la corteza terrestre, el ambiente y la estructura social. En mi opinión, a esto se suma ahora el impacto específico de la IA no solo sobre las entrañas de la tierra (minerales críticos, cables submarinos); sobre el espacio aéreo (satélites) e institucional (realidad licuada), sino también sobre nuestra mente y nuestras células y configuración genética y neurológica.

─Y ahí el libro planea un “calentamiento global tecnológico”.

─Claro, la fricción y lluvia ácida de información debilita nuestra atención y captura nuestras emociones, además de poder acelerar procesos de transhumanismo que ya no son ciencia ficción (el start up Manhattan acaba de retomar el horizonte de clonación de seres humanos inaugurado por un científico chino hace 7 años). En el IA Ceno que exploro en el Atlas conviven 3 tipos de agencia: la “autónoma” de las personas” desconectadas del mundo digital; la “híbrida” que nos hace interactuar todo el tiempo con el mundo digital y la posibilidad de una agencia “desalineada” de los objetivos”que le indicamos los humanos, e incluso “super-inteligente “ y más cooperativa que los seres humanos.

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Sam Altman (OpenAI), Bill Gates (Microsoft), Elon Musk (SpaceX), Sundar Pichai (Google), Mark Zuckerberg (Meta) y Satya Nadella (Microsoft): gigantes en la carrera de la IA. Foto: ReutersSam Altman (OpenAI), Bill Gates (Microsoft), Elon Musk (SpaceX), Sundar Pichai (Google), Mark Zuckerberg (Meta) y Satya Nadella (Microsoft): gigantes en la carrera de la IA. Foto: Reuters

─¿Qué otras notas distintivas señalan respecto de este IA Ceno?

─A su vez, en el IA Ceno se puede producir una aceleración de procesos que curen enfermedades, mejoren la matriz energética, optimicen la deliberación democrática y aumenten la producción de alimentos de modo sostenible, entre otros avances. Por eso la moneda de la IA está en el aire: o des -desarrollo o turbo-desarrollo. En este contexto, no hay que caer en un determinismo algorítmico sino aprender una nueva conversación: la algor-ética. Nos queda poco tiempo pero es posible : la IA será lo que los seres humanos decidamos que sea.

─Hay varios tramos del libro que tienen un fuerte componente de responsabilidad social.

─Bueno, se trata de establecer adecuados incentivos para que la IA se despliegue para el desarrollo humano integral. Hablo de una IA Salmón, que nade contracorriente del odio, y la híper-manipulación de humanidad. De ahí que considere tan importante conectarla con la economía del cuidado, del comportamiento y de la solidaridad. Hace poco tuve una maravillosa conversación con Jaron Lanier en la Academia de Ciencias del Vaticano, en la cual él precisamente destacó la importancia de la “dignidad de los datos” y de reconstruir modelos de negocios e instituciones con propósito social.

La IA, entre lo desconocido y los desafíos

Los 5 Continentes de la IA, según el atlas publicado por Siglo XXI. Infografía: Gentileza Andrea PellegrinoLos 5 Continentes de la IA, según el atlas publicado por Siglo XXI. Infografía: Gentileza Andrea Pellegrino

─En los “5 continentes” de la IA hay una “tierra incógnita”. ¿Cuáles son los desafíos de este terreno desconocido?

─La carrera armamentística rumbo a una súper inteligencia y el riesgo de una guerra de armas biológicas aparecen como prioritarios. Pero también la edición genética incontrolada. Y el vendaval de ocupaciones destruidas por la tecnología, la IA constituida en “asesina serial de empleos”.

─¿Y qué puede hacerse para explorar esa tierra incógnita?

─Esto requiere acciones concretas y no rendirse frente al piloto automático de la IA. Por ejemplo: promover normas mínimas globales obligatorias y con sanciones específicas (como se hace en el caso de la no-proliferación nuclear); negociar convenciones colectivas de trabajo tecnológicas; promover acuerdos pre-distributivos de los beneficios de la IA en el marco de nuevos pactos sociales; y la vinculación clave entre IA, capital natural y financiamiento climático. En el Atlas exploro y comparo las opiniones de los diferentes creadores de los grandes modelos de lenguaje, y también las diferentes evaluaciones científicas que se han hecho sobre la IA agéntica y los GPT. Y enumero aplicaciones prácticas en áreas sociales críticas, muchas de las cuales ya se están aplicando en nuestra región .

─¿Dónde queda la seguridad del usuario cuando se usan estos modelos?

─Es interesante comprobar que así como la IA puede alucinar, también puede ser entrenada para el “buen comportamiento “ y el desarrollo de una “ética por diseño”, con adecuados estándares y licencias y auditorías. Para esto hace falta incrementar la inversión en seguridad, que hoy es alrededor de un exiguo 3% de todo el desarrollo según los expertos más calificados. Así como un automóvil es retirado del mercado si tiene fallas de seguridad, deben establecerse estándares semejantes para modelos que tengan en su desarrollo de origen problemas de este tipo detectados ex post.

─Claro, también “ex ante” el desarrollo requiere transparencia, participación multidisciplinaria y un discernimiento que no puede quedar solo en manos de ingenieros que, dicho sea de paso, deberían tener un juramento hipocrático similar al de los médicos. Todo lo anterior a nivel global de los grandes modelos. Luego existe una “gobernanza “ vertical” que supone la acción de los clásicos organismos de la era industrial: defensa de la competencia, mínimos prudenciales bancarios, agencias que autorizan medicamentos y alimentos, etcétera.

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─Luego de confeccionar este Atlas, con tanta información, puntos de vista, infografías y enfoques, ¿qué cambió de tu percepción sobre la IA, respecto de cómo la veías antes?

─Cambió la escala del impacto y me reforzó en la necesidad de distinguir entre magia y realidad. Hace más de 20 años que exploro la intersección entre tecnología predictiva y políticas públicas. En el BID me tocó coordinar múltiples proyectos. Primero fue en el área de prevención de la violencia, y allí surgió la idea de “Hot spots” que generaron y generan estudios y debates en cuanto a la calidad de datos y sesgos algorítmicos.

El anuncio de OpenAI en Argentina y la IA en el mundo

Centro de datos del proyecto Stargate, de OpenAI, Oracle y SoftBank, en Texas, Estados Unidos. Foto: OpenAICentro de datos del proyecto Stargate, de OpenAI, Oracle y SoftBank, en Texas, Estados Unidos. Foto: OpenAI

─OpenAI, la empresa del momento en desarrollo de inteligencia artificial, anunció una inversión por 25 mil millones de dólares para construir centros de datos en Argentina. ¿Qué pensás de esto?

─Las reglas claras y la apertura de información y trabajo cooperante son claves para este proyecto, que por su extensión trasciende a un gobierno y puede convertirse en una nueva “Vaca Muerta Digital”, si alcanza los niveles de inversión y dimensión que se anunciaron.

─¿Qué precauciones tiene que tener el país?

─Requiere antes que nada una “ética por diseño “ que sea multidimensional, incluyendo no solo la matriz energética (solar, eólica y nuclear) sino la capacidad de computación más barata para nuestras comunidades, la inserción en verticales productivas específicas de nuestras industrias, la conectividad de mayor calidad, la calificación de talento laboral, la marca país como generadora de algoritmos verdes y de impacto social y adecuadas evaluaciones de protección ambiental, y la auditoría tanto de los modelos de lenguaje como de la valuación de los precios de transferencia que se generen en marco de los incentivos fiscales actuales, entre otras cuestiones.

─¿Qué se necesita para llevarlo a cabo?

─Un Plan Maestro de la IA para el Desarrollo Humano Integral, que juegue en las primeras ligas mundiales y que constituya un efecto demostración de lo que la Argentina puede ofrecer asociativamente cuando supera un modelo extractivista o de economía primarizada. Todo esto es posible de realizar siempre y cuando haya buena fe, transparencia y visión neo-industrial estratégica, más allá de las pujas políticas gallináceas y de vuelo rasante.

Un centro de datos de OpenAI en construcción en Texas. Foto: ReutersUn centro de datos de OpenAI en construcción en Texas. Foto: Reuters

─¿En qué estado está la investigación actual global en IA en relación a años anteriores?

─Bueno, cuando comencé a plantear el tema de la IA en organismos multilaterales me consideraron un exótico: “Esto es ciencia ficción y no tiene nada que ver con el desarrollo, es un tema informático “, me decían. Hoy, mi aproximación al tema no sale del estupor cada semana, frente al anuncio global de grandes avances, pero busco distinguir hasta donde me resulta posible entre burbujas, cortinas de humo y evidencia empírica. Hay papers contradictorios sobre los mismos temas y en el detalle e independencia científica de las evaluaciones está muchas veces la clave de un resultado.

─¿Cuál dirías que es el desafío actual más grande de la IA?

─Robert Sollow solía decir que “los avances de las computadoras se veían en todos lados menos en las estadísticas de productividad”. En muchos sentidos , ahora se navega en medio de la niebla y sin instrumental adecuado. Hoy estamos ante un desafío similar, pero de escala planetaria vertiginosa: asimilar esta herramienta de la IA con sentido humanista y no convertirnos en un artefacto más de una maquinaria excluyente. Es casi como un Mayo del 68 re significado con vértigo y ampliado exponencialmente: “o la imaginación humana al poder o la IA autómata al poder”. El problema radicará no en las máquinas que piensen sino en los dirigentes que no sueñen.

Vía: Clarin noticias.

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