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Leguizamón: La historia de una familia nacida en Ayacucho

Publicada hace

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Ayacucho, Febrero 2019
Una historia que merece ser recordada
“de la tristeza a la alegría”
Familia Leguizamón 1886 – 2019

Hace 133 años vivían en campos de “La Bélgica” – partido de Ayacucho – Bs As; una hermosa familia compuesta por la Sra. Dorotea Ojeda y el Sr. Robustiano Leguizamón. Este bello matrimonio tuvo a sus seis hijos: Dionisio, Gabriela, Nicolasa, Bernabé, Isidoro y Juan Félix.

 

Corría un 7 de febrero de 1886, cuando el Sr. Robustiano se sentía enfermo y se trasladó al pueblo para ser asistido. Por lo cual toma la decisión de dejar a su hijo mayor de 14 años, Dionisio y a su peón de confianza el Sr. José Pavón a cargo del campo para seguir siendo trabajado.

Por la noche de ese mismo 7 de febrero, después de cenar, el Sr. José Pavón exige a la Sr. Dorotea la entrega de dinero en efectivo y objetos de valor que tenían al alcance, porque si no la degollaría junto a sus hijos. La Sra. accedió de inmediato a ser entrega de $80 (de gran valor en ese momento), pero viendo al asesino enceguecido le pidió que no los matara. Sin tener pudor el Sr. José Pavón comenzó a degollar a los tres niños de entre 5 y 12 años, la Sra. al ver esta situación corrió a la habitación donde se encontraban Dionisio y los dos niños más pequeños de 3 y 1 año para que el joven fuera a pedir ayuda a vecinos cercanos; pero Dionisio no quiso dejar a su madre y hermanos solos. Al mismo momento el Sr. Pavón entra a la habitación y degolló a la Sra. Dorotea donde también le produce una herida en el vientre y el feto sale al descubierto; en este cuadro el joven salta la ventana y el asesino logra realizarle una puñalada en el vientre a lo que termina en el suelo, pero sujetándose se escapa y se escode en un maizal cercano. El Sr. Pavón ya cumplido su merecido entró a la casa a saquear los objetos de valor, mientras Dionisio miraba de lejos todo lo que el homicida hacía hasta que el Sr. Pavón se dio a la fuga; y fue en ese momento donde el joven regreso a su casa y se encontró con todo el cuadro macabro y con sus hermanos menores llorando en la habitación, a lo cual Dionisio como pudo, en medio de su dolor, rescató a los niños y se fueron a un campo vecino.
Mientras esto sucedía en el campo, el Sr. Robustiano internado se entera de lo ocurrido y muere de tristeza. El joven Dionisio muere a los días de la tragedia por no haber podido recibir atención médica de inmediato. Los niños Isidoro (3 años) y Juan Félix (1 año) fueron educados por vecinos y familias.
Pasados los años estos niños fueron creciendo y tomaron sus rumbos. Isidoro quedo con mutismo, y se conoce que realizo tareas rurales, no formó familia y fallece de cáncer de estómago, a la edad de 70 años.
Juan Félix fue de ocupación policía, y formo matrimonio con la Sra. Casimira Almirón, de lo cual tuvieron nueve hijos. El Sr. fallece de neumonía a los 78 años de edad.
Del matrimonio del Sr. Juan Félix y la Sra. Casimira nacieron: Juan Félix, Casimira, Delia Dorotea, Celina, Alejandro Delfor, Ernestina, Robustiano, Carlos y Modesto. De ellos, menos Modesto, todos formaron familias. En la actualidad, con excepción de la Sra. Ernestina, son fallecidos.
El hijo mayor: Juan Félix contrajo matrimonio con la Sra. Victoria Vargas quienes tuvieron a: Juana Haydee, Margarita, Olga Raquel, Amelia Rosa, Juan Ramón, Julián Ricardo, Raúl Edgardo, Blanca Alicia, Luis Ernesto, Carlos Alberto y Mario Daniel. El 5to hijo, el Sr. Juan Ramón formo matrimonio con la Sra. Susana Estela Laborde: quienes tuvieron cinco hijos: Juan Eduardo, Marisa Elizabeth, Mónica Andrea, Ana Verónica y Jorge Juan (quien escribe).
A pesar de la triste historia de hace 133 años, donde la familia se envistió en un mar de lágrimas y sangre, agradecemos a Dios y a la vida porque esta historia se continuó y continua escribiendo pero con alegría y en unión familiar.
Hoy febrero del 2019; somos muchos los Leguizamón que nos encontramos viviendo en Ayacucho, Tandil, Vela, Barker y otras localidades; una inmensa familia con errores y virtudes, con tristezas y alegrías pero de pie.
Esta historia merece ser recordada a los 133 años después del sangriento hecho porque: “Hay memoria, hay recuerdos; hay tristeza, pero hay presente, futuro y alegría”.
Jorge Juan Leguizamón Laborde
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