La empresa farmacéutica AstraZeneca ha admitido ante los tribunales británicos que su vacuna contra el COVID-19 puede provocar el síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS) en casos extremadamente raros. Esta admisión se produce en el marco de una demanda colectiva en el Reino Unido, presentada por personas que alegan haber sufrido lesiones graves tras recibir la vacuna, desarrollada en colaboración con la Universidad de Oxford.
Es importante subrayar que la vacunación sigue siendo una herramienta crucial en la lucha contra el SARS-CoV-2, contribuyendo significativamente a la reducción de hospitalizaciones y muertes relacionadas con la enfermedad.
AstraZeneca ya había abordado anteriormente la cuestión de los posibles efectos adversos de su vacuna. Un estudio publicado en The Lancet en 2021 mencionaba la existencia de casos muy raros de TTS tras la aplicación de la vacuna. La empresa reitera que, a pesar de estos riesgos extremadamente bajos, los beneficios de la vacunación superan ampliamente los posibles efectos secundarios.
La vacuna desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford utiliza un adenovirus modificado como vehículo para llevar el antígeno y desencadenar una respuesta inmunitaria sin causar enfermedad. Según informes de mayo de 2021 a la Oficina de Salud Pública de Inglaterra (PHE), dos dosis tienen una eficacia del 85% al 90% contra la enfermedad sintomática.
La Dra. Daniela Hozbor, investigadora principal del CONICET en el Laboratorio VacSal del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular (IBBM) de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, ha señalado que, al igual que con otras vacunas, la vacuna de AstraZeneca puede causar reacciones adversas como fiebre, malestar, dolor de cabeza, mareos, dolor en el lugar de la inyección o mialgia. También se ha reportado la aparición, aunque rara, de una vasculitis cutánea que suele desaparecer sin tratamiento.