En la esquina de Solanet y Ameghino, un rincón querido de nuestra ciudad, se erige como testigo del tiempo: Proveeduría Mabel. Este año, en el mes de septiembre, celebró con orgullo sus 57 años de trayectoria comercial. Un lugar que ha sido mucho más que un simple negocio; es un pilar de la comunidad, una historia que ha perdurado a través de generaciones.
En una charla con Carlitos Canónica, uno de los propietario actuales, nos sumergimos en el pasado y presente de este emblema del barrio. “En sus comienzos, allá por el año 1965, el negocio estaba en Solanet y Pasteur, atendido por mamá, Mabel. Luego se sumó papá, apodado Pilo, y yo les daba una mano porque trabajaba en el correo por las mañanas. Entré a los 14 años en el correo y trabajaba por las tardes en la proveeduría. Después, papá compró aquí en Solanet y Ameghino, donde estamos ahora”, relata Carlitos con nostalgia en la mirada.
La sucesión de generación en generación se hace evidente en cada palabra de Carlitos Canonica. Con una mirada que refleja no solo los años, sino la carga emotiva de décadas de esfuerzo y dedicación, comparte: “Mis padres, dedicaron 41 años a este lugar. Nosotros, mi esposa Graciela, mi hijo Nicolás, quien se sumó, llevamos ya 15 años al frente de Proveeduría Mabel. Además, tengo una hija, médica veterinaria, que reside en Saladillo”.
Entre sus recuerdos, subraya con orgullo la naturaleza familiar del negocio. “Siempre fue un negocio familiar”, recalca con una chispa de nostalgia en los ojos. Es esa esencia, ese vínculo palpable entre generaciones, lo que ha mantenido viva la llama de Proveeduría Mabel a lo largo de los años.
El local no solo ha sido testigo del devenir del Barrio La Feria y La Estación, ahora llamado El Progreso; ha sido parte activa en la vida cotidiana de quienes lo frecuentan. “Abrimos temprano a la mañana y tenemos todavía gente comprando aquí desde cuando estaban mis padres. La clientela se renueva, el barrio cambia, y nosotros tratamos de adaptarnos, escuchando las necesidades de los clientes”, explica Carllitos.
A pesar de los desafíos, la proveeduría ha mantenido su esencia. “Si algo no funciona, lo cambiamos, lo renovamos. Siempre fue un proceso de adaptación constante”, señala con determinación. “Si bien no tenemos todos los productos ingresados en una computadora, de a poco lo vamos a ir haciendo. La tecnología facilita el manejo de precios y la administración del negocio”, agrega, evidenciando la voluntad de adaptarse a los tiempos.
Pero, ¿qué significa para Carlitos seguir con el legado de Proveeduría Mabel? “Todo lo hago con pasión. Cada vez le ponemos más ganas. Tratamos de trabajar en conjunto con otros negocios, apoyarnos mutuamente”, confiesa con entusiasmo. “Es como cuando trabajaba en el correo; lo hacía con muchas ganas. Esto es lo mismo. Y tengo a mis dos papás con vida, lo cual también es una satisfacción. Papá tiene 93 y mamá 87. Es un placer trabajar aquí”.
En este cierre de año, Carlitos desea compartir un mensaje de alegría y esperanza: “Quiero desearles felices fiestas a todos los proveedores, clientes, a mis colegas. Que sea un año buenísimo el que viene, con mucha salud, y que tengan una feliz navidad”. Un mensaje que refleja la esencia misma de Proveeduría Mabel: más que un negocio, un lugar donde la pasión, el compromiso y el amor por la atención al cliente se entrelazan para tejer una historia que perdura en el corazón del barrio.