El empleo rural no registrado en el partido de Ayacucho ha alcanzado niveles preocupantes, afectando a cientos de trabajadores provenientes mayormente del norte del país. La ausencia de controles y la precarización laboral plantean un panorama sombrío en el sector agrícola y ganadero.
Recientemente, en redes sociales se denunció un caso de presunta estafa laboral, donde un productor local habría incumplido la promesa de empleo. Aunque la acusación no fue formalizada, expone una problemática recurrente: las promesas incumplidas y la explotación laboral.
Según fuentes del Ministerio de Trabajo consultadas por este medio, cerca del 70% de los trabajadores rurales y jornaleros en Ayacucho desempeñan sus labores sin estar registrados. Esta cifra se eleva al 100% en sectores como alambradores, esquiladores y cosecheros. Los pocos trabajadores en blanco suelen estar en actividades agrícolas específicas, dejando en evidencia la falta de regulaciones efectivas.
El partido de Ayacucho cuenta con más de 674.000 hectáreas de campo, pero solo entre 400 y 600 trabajadores están registrados. Esta proporción resulta mínima frente a la extensión territorial, lo que revela una estructura laboral marcada por la informalidad y el desamparo. Los empleadores, en muchos casos, no garantizan salarios dignos ni condiciones de seguridad, mientras que los trabajadores deben recurrir a servicios de salud pública al no contar con obra social.
El municipio, por su parte, también enfrenta dificultades en la gestión de contratos laborales, donde un alto porcentaje de empleados municipales trabaja bajo modalidades precarias o subsidiadas, sin acceso a cobertura médica ni derechos básicos.
Desde el Ministerio de Trabajo se reconoce la falta de inspectores suficientes para supervisar las condiciones laborales en Ayacucho y localidades cercanas. Esta limitación dificulta la creación de un registro confiable sobre la cantidad de trabajadores no registrados en el distrito. Aunque existen esfuerzos aislados por abordar el problema, la falta de recursos humanos y económicos impide un control eficiente.