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Día del Zapatero: la historia de Juan Antonio Souverville, más de 60 años en el oficio
Recientemente recibió un homenaje en la fiesta provincial del trabajador de mi pueblo.
Cada 13 de septiembre se celebra en la Argentina el Día del Zapatero, una fecha que rinde homenaje a quienes mantienen vivo un oficio artesanal que, a pesar del paso del tiempo y los cambios de consumo, aún conserva un valor irremplazable en la vida cotidiana.
En Ayacucho, la figura de Juan Antonio Souverville es sinónimo de tradición y perseverancia. Con más de 60 años en el oficio, ha dedicado su vida entera a la zapatería, un trabajo que conoció desde niño, cuando acompañaba a sus padres a reparar el calzado de la familia. “Un día me preguntaron si quería aprender y, desde entonces, nunca me alejé de la zapatería”, recordó en diálogo con Urgente Ayacucho.
Su historia combina esfuerzo, sacrificio y pasión. Antes de cumplir con el servicio militar, dividía sus jornadas entre el campo y la zapatería para ahorrar dinero. Tras esa etapa, decidió dedicarse por completo al oficio. “De a poco fui independizándome y conseguí alquilar un salón para trabajar. Desde entonces nunca dejé la profesión”, relató.
Con el paso de los años, Souverville también formó a nuevos zapateros que, alentados por él, iniciaron sus propios caminos. “Un muchacho estuvo cinco años conmigo. Cuando me dijo que quería poner su taller, lo ayudé con máquinas y herramientas. Nunca fue un problema, al contrario, me dio alegría”, contó emocionado.
Hoy, mientras observa cómo la demanda cambió hacia las zapatillas y la producción industrial, sostiene que la zapatería artesanal sigue teniendo un lugar en la comunidad. “Antes se usaban mucho las botas y los mocasines, ahora se repara menos, pero el oficio se mantiene vivo”, afirma.
El Día del Zapatero no solo reconoce a quienes trabajan con cuero, hormas y suelas, sino que también rescata historias de vida que hablan de esfuerzo silencioso y dedicación. En Ayacucho, la trayectoria de Juan Antonio Souverville es un ejemplo de cómo una vocación puede convertirse en legado, y de cómo un oficio, aunque cambie con los tiempos, sigue siendo sinónimo de identidad y perseverancia.



