Eva Giacchino, más conocida como la Payasa Petaquita es conocida por su carisma y un emocionante apego a los más pequeños. Con su energía inconfundible, juegos improvisados y una sonrisa contagiosa, logra por mí todo que los niños estén lejos de pantallas y rutinas.

“Estoy realizando actividades en vacaciones de invierno. Estuve en la Viena Usina y se llenó de gente, no alcanzaba el espacio para tantos chicos con ganas de jugar”, contó Eva en diálogo con Radio Ayacucho 99.3. La respuesta del público fue tan grande que hasta las funciones de cine municipales debieron duplicarse y mudarse al Salón Libertador para que nadie se quede afuera.

Pero Petaquita es mucho más que un disfraz y globos: detrás de cada show hay un enorme trabajo a pulmón, cargado de vocación social. Durante años, recorrió barrios y parajes del norte argentino junto al grupo Más Sonrisas, llevando juguetes, ropa, golosinas y, sobre todo, una tarde inolvidable a cientos de chicos que esperan su visita como un verdadero regalo. Hoy, por cuestiones económicas, esos viajes están en pausa, pero Eva no baja los brazos: sueña con volver a Misiones en 2026, aunque deba llevar un pelotero y un generador para que a ningún niño le falte un momento de pura risa.

Su historia emociona. Nacida en una familia de diecisiete hermanos, tuvo que trabajar desde los 12 años para ayudar en su casa. Quizás por eso, cada vez que se viste de Petaquita, revive la infancia que no pudo disfrutar del todo y la multiplica en juegos de plaza, saltos de cuerda, carreras de embolsados y carcajadas que llenan esquinas y salones.

“Para mí no existe la plata, existe la sonrisa del chico”, dice firme. Por eso, aunque muchas veces termina con la voz gastada y el cuerpo agotado, siempre encuentra fuerzas para vestirse, cargar sus juegos en un bolso y plantarse en una plaza. A veces empieza con la plaza vacía y termina rodeada de nenes que la siguen como un imán hasta que cae el sol.

Esta semana, Petaquita volverá a presentarse en la Usina y el domingo desembarcará en la Plaza Sarmiento para seguir contagiando su risa. Y aunque no tiene agenda fija, quienes la conocen saben que siempre dice que sí cuando se trata de regalar un rato de magia.

Así, mientras muchos planean grandes espectáculos pagos, Petaquita confirma que el arte más valioso no cuesta nada: solo pide un rato de juego, un niño curioso y un adulto que recuerde que también supo ser chico. Y ella promete: “Mientras pueda saltar, reír y soñar, Petaquita va a estar”.