Hace unos días, nos tocó escuchar al presidente de la Nación, Javier Milei, en el Foro Económico Mundial, más conocido como Foro de Davos, un evento de gran importancia a nivel global. Allí, una vez más, proclamó un nuevo discurso misógino y teñido de odio, desinformando y dando lugar a posturas y pensamientos que van en contra de todo principio de igualdad y equidad.
Como militante de un partido centenario como es la Unión Cívica Radical, que de la mano de Raúl Alfonsín sentó las bases de una nueva república, en donde los derechos humanos se constituyeron en la columna vertebral y el basamento de una nación solidaria, ética y progresista, y como militante activa de La Florentina, comisión de mujeres radicales de la ciudad de La Plata, el discurso de Javier Milei me genera no solo indignación, sino también una vergüenza profunda hacia un presidente que solo puede hablar desde el odio, el enojo y con un escaso nivel gramatical.
A pesar de que el Gobierno Nacional niega los femicidios, estos siguen sucediendo. En lo que va del año, 31 mujeres han sido asesinadas, 1 cada 26 horas, el dato sigue siendo alarmante, y en lo que va de febrero ocurrió un doble femicidio. Este flagelo lo debemos erradicar de los cimientos más profundos, por esta razón el Presidente no puede desoír ni incumplir Tratados Internacionales que tienen rango constitucional en nuestro país. El patriarcado existe porque el presidente o personas como él, lo sostienen y promueven en su perpetuación.
Para enmarcarse, la figura del delito llamado “femicidio” fue incorporada a nuestro Código Penal con la reforma introducida por la ley 26.791 sancionada a fines del año 2012. De esta manera se modificó el Código y se incluyeron varios incisos al Artículo N° 80, imponiendo penas de prisión o reclusión perpetua a quien mate “a una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”, y a quien lo haga “con el propósito de causar un sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación de pareja”. También se incluyeron otros agravantes a las ya existentes en el inciso que contempla los crímenes de odio, donde se añaden motivaciones de “género, orientación sexual, identidad de género o su expresión”. En este sentido, nuestro país fue receptor de las recomendaciones de la Convención de Belém do Pará, por medio de la cual se instaba a los países a adoptar una política pública que permitiera prevenir, sancionar y erradicar el femicidio, lo que implicaba, entre otras medidas, su inclusión en el Código Penal.
En esta línea de ideas, donde ahora el ataque del Gobierno Nacional se centra en la eliminación de la figura del femicidio, le digo al Señor Presidente, que seguramente carezca de buenos cuadros técnicos y legislativos, que la figura del femicidio no tiene su fundamento en dar más valor a la vida de las mujeres en detrimento de la de los varones, sino en el hecho de visibilizar el contexto social particular en el que se inserta el homicidio de una mujer por razones de género. Estos hechos tienen su raíz en la discriminación estructural de la que son víctimas las mujeres, siendo la expresión más grave. De esta manera, se busca evidenciar que un gran número de crímenes de mujeres son cometidos por razones de género, por el hecho de que siempre hemos sido un grupo históricamente desventajado, que nos coloca en un lugar jerárquicamente inferior a los hombres, de debilidad y dependencia, lo que torna más grave estas conductas.
No es casual que los delitos de violencia homicida o sexual hacia las mujeres sean tan poco perseguidos penalmente. Tanto en los femicidios como en las agresiones sexuales, la justicia penal es la que garantiza la impunidad a los hombres violentos. En ambos tipos de delitos, lamentablemente, la estrategia consiste en responsabilizar a la víctima, generando un proceso de revictimización por parte de la Justicia Penal.
Por último, el presidente de la Nación también dijo que los homosexuales tienen una tendencia mayor a cometer abusos sexuales a menores. Sabemos que no hay datos ni estadísticas en el mundo que avalen tal aberrante afirmación. Sin embargo, en nuestro país, UNICEF realizó un informe junto al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, donde se establece que entre septiembre de 2020 y noviembre de 2021 se produjeron 3.219 abusos sexuales a niñas, niños y adolescentes, de los cuales el 57 % fueron perpetrados por algún familiar y el 36 % fueron producidos en sus hogares. En ese mismo estudio se afirma que el perfil de los agresores son varones heterosexuales adaptados socialmente.
Para finalizar, en lo personal siento que día a día se pierde la credibilidad. Puedo coincidir o no con el gobierno nacional de turno, pero me apena cuando un político carece de adeptos que son fundamentales para mantener el respeto de nuestra nación. La coherencia y la empatía son fundamentales para salir de la crisis social en la que estamos inmersos. Ya vimos durante años cómo utilizaron prácticas políticas que agrietaron nuestra sociedad, el clientelismo y el personalismo, a través de las cuales cimentaron y mantuvieron el poder. Es una historia de fracaso.
Mi deseo ferviente es continuar con la defensa de los principios constitucionales, de los derechos humanos para todos y todas, sin exclusiones, con respeto hacia la diversidad. Que no solo se persiga la promulgación de leyes, sino que en cada territorio se trabaje con políticas públicas de calidad, que se logre la articulación entre los distintos ámbitos del Poder Judicial, ya que aún continúa la falta de coordinación entre distintos fueros (especialmente, entre los fueros civil y penal). La necesidad de contar con servicios accesibles para todas las personas, como la línea 144, es crucial. No podemos permitir más vaciamientos a áreas esenciales en la lucha contra la violencia de género.
Dra. Florencia Eguilor, concejal del Acuerdo Cívico en Ayacucho.
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