El corazón de la ciudad de Ayacucho late al ritmo de una historia de cien años que hoy cumple su aniversario. La imprenta La Voz de Ayacucho, ubicada en la calle 9 de Julio y España, celebra un siglo de vida conservando la esencia que la hizo grande desde sus inicios. Un lugar en el que todo sigue como en aquel entonces, con máquinas y mobiliario que se ha ido sumando a lo largo del tiempo pero guardando la esencia de siempre.
La historia de esta imprenta se remonta al 13 de mayo de 1923, cuando se publicó el primer número del diario La Voz de Ayacucho, fundado por Pedro Giudice y Nicolás Giudice. Durante casi tres décadas, el diario fue un referente en la ciudad y en la región, informando y opinando sobre los temas más relevantes de la época. Todavía está la impresora de origen francés del siglo XIX que imprimía el diario, como un testigo mudo de aquellos tiempos.
Sin embargo, la vida es efímera y Pedro Giudice falleció en 1957, lo que llevó a su hijo Ebert, apodado “Nene”, a tomar una decisión crucial para el futuro de la imprenta. En lugar de continuar con el diario, decidió reconvertir la imprenta en una Imprenta de Obra, manteniendo el nombre original como un homenaje a sus raíces. La vida continuó, pero la esencia de la imprenta siguió intacta.
En 1958 se incorporó Vilma a la empresa, una tipógrafa que se encargaba del armado de la tipografía, y conocida como “La señora de las Estampitas”,.mientras que su esposo Ebert Giudice era el impresor. Así continuaron solos un par de años, hasta que se fueron incorporando un par de empleados. La imprenta se convirtió en un negocio familiar, en el que cada uno tenía su rol y su tarea específica.
En 1985 llegó el momento de la tercera generación, con la incorporación de Eduardo, hijo de Vilma y Ebert, quien comenzó a trabajar en la tipografía desde pequeño armando talonarios. Con el tiempo, las máquinas digitales aparecieron en el horizonte y agilizaron todo mucho más. Pero la esencia de la imprenta se mantuvo viva, a pesar de los avances tecnológicos.
Hoy, Eduardo está al frente de la imprenta, tras el fallecimiento de sus padres Vilma y Ebert. Para él, la imprenta es algo más que un negocio, es una parte fundamental de su vida. Nació y creció al lado de una máquina llamada Minerva, respiró tinta y papel desde que tiene memoria. La imprenta es su pasado, su presente y su futuro.
La imprenta La Voz de Ayacucho es un lugar que trasciende el tiempo y las modas. Un lugar que guarda la memoria de una ciudad y de una región. Un lugar en el que las máquinas y el mobiliario hablan por sí solos. Un lugar que, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo el mismo de siempre. Y eso es algo que se valora en estos tiempos de cambio constante.
Que siga imprimiendo su historia por muchos años más. Feliz cumpleaños imprenta La Voz de Ayacucho.