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“Mi hijo va a volver a vivir”: la historia de Carina Finamore, una madre que le donará un riñón a su hijo y deja un mensaje de amor y esperanza

En una entrevista, Carina Finamore, reconocida peluquera de Ayacucho, compartió en Radio Ayacucho una historia de vida que trasciende lo personal para instalar una reflexión colectiva: la importancia de la donación de órganos y la fortaleza del amor maternal.
Carina, de voz pausada pero firme, relató cómo en plena pandemia, su hijo Iván –entonces con apenas 21 años– enfrentó un cuadro severo de COVID-19, con una neumonía bilateral que derivó en daños irreversibles en sus riñones y corazón.
“Estuvo 17 días internado. Salió adelante, pero quedó con secuelas importantes. La neumonía se superó, pero sus riñones no volvieron a funcionar”, expresó Carina. A pesar de haber retomado sus estudios y trabajo en Mar del Plata, Iván comenzó a manifestar síntomas de presión inestable y desvanecimientos. Fue entonces cuando un análisis reveló niveles críticos de creatinina y uremia: su organismo no filtraba más.
“El diagnóstico fue claro: insuficiencia renal. De inmediato lo derivaron a Buenos Aires. En apenas horas, ya estaba conectado a una máquina de diálisis,” recuerda Carina con emoción contenida. A lo largo de 40 días en Capital, los médicos realizaron estudios exhaustivos que confirmaron lo que nadie quería oír: Iván necesitaba un trasplante de riñón para sobrevivir.
Ahí comenzó otra historia: la de una madre que decide entregar parte de su cuerpo para darle vida a su hijo, otra vez.
“Desde el primer momento supe que iba a ser yo. No me costó decidirlo. Doy la vida por él, siempre,” afirma con seguridad.
Carina fue la primera en someterse a estudios de compatibilidad. Tras meses de análisis y evaluaciones, la noticia llegó: era compatible.
“Ese día fue como volver a parirlo. Sentí que la vida me daba una segunda oportunidad para ayudarlo a vivir,” dijo con lágrimas en los ojos.
Hoy, a sus 23 años, Iván vive conectado tres veces por semana a una máquina de diálisis, que lo obliga a pausar su juventud, sus sueños y su cotidianeidad.
“Es como una calesita que gira, y de repente se frena para vos. Y te bajás. Y todo lo demás sigue,” reflexiona Carina. En cada sesión, Iván pasa seis horas conectado, tres veces por semana.
“Es un montón para cualquiera, pero más para un pibe con tanta vida por delante,” cuenta su mamá.
En paralelo, Carina se preparó física y mentalmente para ser donante.
“Tuve que hacerme mil estudios. Siempre aparece algo: el colesterol, un análisis dudoso… Pero todo salió bien. En abril es el trasplante,” anunció. La operación será en el Hospital Privado de Comunidad (HPC) de Mar del Plata, con los dos internados simultáneamente.
La explicación médica es clara: un riñón de donante vivo tiene más chances de éxito y duración, ya que el órgano se traslada en tiempo real.
“Entran a quirófano conmigo, sacan el riñón, va a hielo, y en minutos ya lo tiene él. Es casi inmediato,” explicó con claridad y conocimiento, fruto de un proceso largo y lleno de aprendizaje.
Carina también hizo una fuerte invitación:
“Donar salva vidas. Yo conocí historias de personas que donaron a un amigo, a un conocido, y hoy están perfectos. Con un solo riñón se puede vivir sin ninguna secuela. El miedo es el gran obstáculo, pero donar te cambia la vida. A vos y al otro,” sostuvo.
Sobre la reacción de Iván cuando supo que ella era compatible, Carina confesó:
“Me dijo que no, que no quería que me pasara nada. Pero lo fuimos charlando, y hoy lo entiende. Sabe que voy a estar a su lado en todo momento. Es duro… pero también es hermoso.”
Finalmente, la charla cerró con una reflexión que quedó flotando en el aire:
“Ser donante no es solo un acto médico. Es un acto de amor. Y de fe. Cuando uno da vida, también se la da a uno mismo.”
La historia de Carina Finamore no es solo la de una madre que dona un riñón. Es la de alguien que recuerda, en estos tiempos de velocidad y olvido, que hay cosas sagradas que aún persisten: el amor, el coraje, la entrega incondicional.
Y es también un llamado urgente a toda la sociedad: ser donante es elegir salvar una vida.