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“Todo empezó con la droga”: el testimonio de una madre que expone el drama silencioso del consumo en Ayacucho

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El testimonio de Eugenia Bustos, madre de un joven actualmente detenido tras un intento de asalto en Ayacucho, pone al descubierto una problemática que crece en silencio y que pocas veces recibe la atención necesaria: el consumo de drogas entre adolescentes y jóvenes, su vínculo con delitos menores y mayores, y la falta de políticas públicas de prevención, tratamiento, contención en la ciudad, problemas economicos y flata de oportunidades.

Bustos vive en los galpones del ex ferrocarril de Ayacucho, un espacio precario compartido por varias familias que, como ella, no tuvieron otra opción al quedarse sin vivienda. Allí reside desde heace más de 13 años y trabaja los fines de semana cuidando personas, con un salario bajo y pago por horas, intentando sostener a sus hijos sola. “No es fácil. A veces siento que lucho contra todo ”, cuenta.

Como muchas madres en su situación, lucha sola para sacar adelante a su familia. Su hijo Maximo, de 18 años recién cumplidos, está detenido a la espera de que determina la Justica, aunque Eugenia asegura que el verdadero origen de todo fue el consumo problemático de drogas desde la adolescencia.

“Todo empezó con la droga. Él tenía 13 años cuando comenzó a fumar marihuana. Al principio parecía algo menor, algo que se podía controlar, pero después se transformó en una adicción que nos superó. A partir de ahí vinieron los problemas, las causas judiciales, los robos, y el deterioro en todos los sentidos”, relató en diálogo con Urgente Ayacucho. La mujer agregó que Máximo solo terminó la primaria y abandonó los estudios, y que la influencia de malas juntas, junto al consumo de drogas, fueron el puntapié inicial de lo que se transformó en una cadena de problemas que marcaron su adolescencia y juventud.

Durante años, Eugenia buscó ayuda en instituciones públicas. “Pedí apoyo muchas veces. Fui al hospital, hablé con asistentes sociales, pero nunca hubo un lugar donde lo recibieran o lo contuvieran. No podemos forzarlo a internarse. En algunos momentos vinieron a casa o lo invitaron a participar en espacios municipales, pero él no quiso ir. Una termina sola, agotada, viendo cómo tu hijo se pierde y nadie te tiende una mano”, expresó con visible angustia.

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Para Eugenia, el consumo fue el punto de partida de una caída profunda. “Él no robaba por gusto. Lo hacía para mantener su consumo. Yo lo veía perderse, encerrarse en sí mismo. Ya no era el mismo chico. La droga lo iba consumiendo y no había manera de detenerlo”. Además, afirmó que “jamas mi hijo trajo nada robado a mi casa, cuando cometía los hechos no aparecía en toda la noche”, explicó.

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La madre alertó sobre la facilidad con que los jóvenes consiguen drogas en Ayacucho, un fenómeno que considera invisible para la sociedad y las autoridades. “Hoy la droga se consigue en todos lados. Es impresionante lo fácil que es. Todos saben dónde, y nadie hace nada. Se habla de los robos, de los hechos delictivos, pero no del fondo del problema: el consumo. Eso está destruyendo a muchos pibes, y nadie lo enfrenta”, advirtió.

Además, Eugenia denunció que su familia ha sido víctima de estigmatización y señalamiento público. “Cada vez que había un robo, venían a mi casa. Hacían allanamientos, revisaban todo, me preguntaban por mi hijo, y muchas veces él no tenía nada que ver. Es muy doloroso que lo juzguen sin entender lo que hay detrás: un chico enfermo, atrapado en una adicción, y una madre que hace lo que puede”, dijo.

AUDIO DE LA ENTREVISTA

La mujer remarcó que no oculta los errores de su hijo. “Sé que hizo cosas mal, que cometió errores. No lo encubro. Pero también sé que está enfermo y que necesita ayuda. Esto no se soluciona solo con la cárcel”, sostuvo.

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Bustos también cuestionó el accionar policial durante la reciente detención de su hijo. “Hubo abuso de poder y violencia, no solo con él sino también con mi hija. Yo entiendo que la Justicia tiene que actuar, pero hay formas. Mi hijo no es un trofeo. Es una persona que necesita ayuda”, afirmó, al referirse al video difundido en redes sociales donde se ve a un agente gritándole al joven y ejercer violencia verbal. Además, al pasar los días fue la propia madre que fue a disculparse y charlar con la víctima del robo, donde según ella fue recibida.

La mujer describió cómo la presión constante de la Justicia y la sociedad afecta también su vida diaria. “Uno trabaja los fines de semana, apenas alcanza a cubrir lo básico. Cada vez que ocurre algo, aparecen en mi casa, revisan todo, preguntan, señalan. Y mientras tanto, nadie mira de verdad a los chicos que consumen, que necesitan contención y acompañamiento”, explicó.

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Pese a todo, Eugenia no pierde la esperanza. “Mi hijo necesita tratamiento, acompañamiento profesional, contención. No lo encubro, sé que se equivocó, pero también sé que está enfermo. Él necesita una oportunidad real para salir de esto y recuperar su vida”, dijo con convicción.

El caso de Máximo no solo refleja un drama familiar, sino un problema social que se expande: el consumo de drogas como puerta de entrada a la marginalidad, la violencia y el abandono. Es un flagelo que avanza en silencio, mientras el Estado, la justicia y la sociedad miran hacia otro lado, dejando a jóvenes y familias atrapados en un círculo que parece no tener fin.

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