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Una receta que se convirtió en una esperanza para una familia de Ayacucho

Alejandra, actual titular de “Pasteles Alejandra y Familia”, ha continuado una tradición que comenzó con su abuela Monona, reconocida en Ayacucho por sus habilidades en la repostería criolla. Este emprendimiento familiar ha sido una de las principales fuentes de ingresos para Alejandra y sus hijos, quienes también forman parte del negocio. La producción de pasteles, tanto de dulce de membrillo como de batata, ha crecido significativamente con el paso de los años, siendo solicitada no solo por locales, sino también desde ciudades como La Plata y Rauch.
En una reciente entrevista, Alejandra compartió su orgullo por continuar con esta tradición, mencionando que comenzó a trabajar en la repostería desde los 7 años, bajo la tutela de su abuela Monona. A pesar de haberse mudado a Mar del Plata en su juventud, siempre regresaba para ayudar en la producción de los pasteles, un arte que heredó exclusivamente, junto con un tío ya fallecido, de su abuela. Con el tiempo, fue modernizando su técnica, pasando de amasar a mano con una botella, a utilizar una máquina más grande que su hermano le regaló.
Superación y Resiliencia Familiar
El camino no ha sido fácil. Alejandra recordó un momento difícil cuando, hace 16 años, su casa se incendió, obligándola a pausar la producción por un tiempo. Sin embargo, su determinación y amor por la repostería la llevaron a reanudar su actividad y seguir adelante con el negocio, que hoy cuenta con una clientela fiel. A lo largo de la semana, Alejandra recibe pedidos para eventos, y su familia, en especial sus hijas Felicitas y Danna, la ayudan en la logística y venta de los productos. En la reciente Feria de Repostería Criolla organizada por la Unión de Artesanos de Ayacucho, los productos de Alejandra se destacaron, agotándose rápidamente tanto el sábado como el domingo.
Un Negocio con Proyección Regional
Este emprendimiento ha traspasado las fronteras de Ayacucho, con pedidos que llegan desde diversas localidades. Los pasteles, conocidos por su sabor tradicional, son apreciados tanto con café como con mate, y han pasado a formar parte de las mesas de distintas regiones de la provincia.
Alejandra agradeció el apoyo de la comunidad y destacó que todo su éxito se lo debe a su abuela, quien la inspiró desde pequeña. “Estoy orgullosa de mí y de haber continuado con este legado”, expresó con emoción.
Para quienes deseen probar sus productos, es posible adquirirlos en la Feria de Repostería Criolla o contactarse directamente con la familia a través de sus redes sociales.
La Familia Como Pilar Fundamental
Lo que distingue a este emprendimiento es el fuerte componente familiar que lo sustenta. Las hijas de Alejandra, Felicitas y Danna, han aprendido el oficio y colaboran activamente en la producción, especialmente en la fritura y venta de los pasteles en eventos. Este negocio no solo representa una fuente de ingresos, sino también un lazo que une a varias generaciones en torno a una tradición artesanal que sigue viva.
Así, “Pasteles Alejandra y Familia” no solo es un emprendimiento económico, sino una historia de perseverancia, amor por la repostería y, sobre todo, de homenaje a los antepasados que legaron este arte culinario.