En el marco de la campaña de concientización sobre el cáncer de mama en Ayacucho, dos mujeres valientes, Gabriela y Laura, compartieron sus experiencias personales con la enfermedad, brindando un mensaje de esperanza y fortaleza para quienes están atravesando o temen enfrentarse a esta dura realidad.
Gabriela Pechara, diagnosticada en 2017, fue la primera en tomar el micrófono. Con una serenidad que solo el tiempo y la experiencia otorgan, Gabriela relató cómo, en medio de la incertidumbre y el miedo, el control médico le salvó la vida. Hizo un llamado claro a no dejar pasar ningún control, recordando que el cáncer de mama, si se detecta a tiempo, puede ser tratado de manera efectiva. “El camino no es fácil, pero es mucho más llevadero que años atrás. La medicina ha avanzado y hay muchas más opciones hoy”, afirmó con convicción.
Gabriela compartió cómo, a pesar de los desafíos, el proceso también le trajo enseñanzas inesperadas. El momento más impactante de su relato fue cuando habló sobre su pérdida de cabello debido a la quimioterapia. “Para muchos, estar pelada es sinónimo de estar cerca de la muerte, pero para mí significaba que la medicina estaba haciendo su trabajo”, dijo, con una sonrisa que iluminó la sala. Su mensaje fue claro: no debemos temer el tratamiento, sino verlo como una herramienta poderosa para seguir adelante.
Laura, quien fue diagnosticada en 2021, también ofreció su testimonio. Conmovida por la fuerza de Gabriela, Laura compartió cómo la detección temprana fue crucial en su caso. “Me hice un control y apareció un nódulo que, al principio, parecía inofensivo. Pero insistí en hacerme más estudios porque comencé a tener síntomas. Esa insistencia fue lo que me permitió detectar el cáncer a tiempo”, explicó. Con palabras sinceras, instó a las mujeres a confiar en su intuición y nunca ignorar señales que puedan parecer mínimas. “Si algo no te cierra, pedí otro estudio. No dejes que la duda te gane”, aconsejó.
Para Laura, el miedo fue un compañero inevitable, pero no dejó que la paralizara. A pesar del diagnóstico de un tumor agresivo, su valentía y el seguimiento constante de los controles le permitieron estar allí, frente a todos, contando su historia de supervivencia. “Es normal tener miedo”, confesó con voz temblorosa, “pero no dejes que ese miedo te gane. Se puede, se puede”, repetía con firmeza, como un mantra lleno de esperanza. Hoy, Laura es un testimonio vivo de que la detección temprana salva vidas.
Ambas mujeres coincidieron en algo fundamental: la importancia del apoyo emocional y el acompañamiento durante el tratamiento. “Sentirse acompañado es vital”, agregaron. “No estás sola en esto, siempre hay alguien dispuesto a ayudarte.” Agradecieron profundamente al equipo de ALCEC y a los profesionales de salud que las guiaron en sus respectivos caminos.
Estos testimonios no solo conmovieron a los presentes, sino que también inspiraron a otras mujeres a no temerle al cáncer de mama, sino a enfrentarlo con determinación y optimismo. Las palabras de Gabriela y Laura resonaron como un recordatorio de que la lucha contra el cáncer de mama no es fácil, pero es una batalla que, con detección temprana y el apoyo adecuado, se puede ganar.
“Nosotras estamos acá, vivas, gracias a los controles y al tratamiento. No bajen los brazos, se puede”, fue el mensaje final, cargado de emoción y esperanza.